domingo, 17 de octubre de 2021

EL REY QUE RABIO

 

El ex rey  quiere regresar a España parece que sus muletas ya no le aguantan, el emérito que nos caía bien o al menos no nos caía mal cayó en pecado,  las faltas cometidas son los del molinero: llevarse la harina sin pagar maquila cosa harto reprobada ya en el cancionero popular castellano donde además se dice que compensaba el gasto durmiendo  con la molinera, podríamos decir que el rey no ha hecho otra cosa que obligarnos a repasar la historia de la España de los chamarileros, lo malo es que en el camino se le perdió la separata y con ello se le entronizó un elefante en la cacharrería cosa que no estaba en el guión,  como la escena se rodaba fuera de su feudo no pudo camuflarse al paquidermo por cabra montesa pues tratándose de cuernos poco hubiera importado el tamaño y forma de la cornamenta pues de todos es sabido que en montaña escarpada cualquier cuerno si no de cabra es de quien supo avistarla, herido en el lance y una vez remendada la encarnadura  pidió perdón pero no fue suficiente y por ello hubo de rememorar el juramento de Santa Gadea a manos de su hijo en el papel del Cid Campeador.



Pero nuestro ex rey hizo aseveraciones más indignantes cuando de forma reiterada y en mensajes navideños remataba las frases con aquello de: la justicia es igual para todos, esa bofetada nos sigue doliendo, nos dio tratamiento de vasallos de la edad media pero no reparó que eso tenía acuse de recibo,  detrás de esas palabras estaba el destierro familiar y la condena de su propia hija  y parte de sus nietos con la excusa de salvar la corona cuando su faltriquera estaba rebosante de maravedís acuñados con desdoro y malas artes, retirarle  el título de rey no puede compararse cuando en ello perdió también el título de padre porque ser padre no es un oficio, es un sentimiento, es una razón de vivir y si hace falta una buena razón para morir.



España y el mundo juzgarán su trayectoria, quizá encuentren valores suficientes para ser ungido como el Moisés de nuestra travesía del desierto, pero en un ángulo  de su portada deberá constar la negación de sí mismo como padre y abuelo al margen de esposo. La historia condenará sus actos pero quizá su peor condena sea no haber visto crecer a sus nietas, haber camuflado al amparo el despotismo su gula financiera y sobre todo no haberse dado por satisfecho con las dadivas y prebendas que el pueblo llano a partir de sus impuestos le proporcionaba.

EL APELLIDO BORBÓN NO ES UN TITULO, ES UN BALDÓN  

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona