Soy de por si amante del café, con esto de la pandemia mi consumo en establecimientos públicos ha sido muy limitado y cuando lo hago busco sitios ocasionalmente vacios o como mucho con la amplitud suficiente para no tener problemas de contagio. En una mesa próxima una joven mantiene el ordenador encendido mientras habla por teléfono, no tuve que prestar mucha atención, su conversación no resultaba lo suficientemente discreta como para no ser escuchada, daba consejos para un apremiante evacuación intestinal con indicación de masajes y posturas a practicar, lo escatológico del tema no dejaba de ser cuando menos anecdótico, al otro lado el interlocutor pedía más claridad hasta que mi vecina de mesa le recomendó pasar por urgencias. Después de esta llamada se sucedieron otras consultas incluidas jaquecas, catarros mal curados, problemas de tensión e incluso un posible caso de virus que despachó mandando hacer un P.C.R.
Como mi café no daba para más y decidí abandonar el
establecimiento, al pasar a su lado no
pude por menos de fijarme en aquella joven, que con cara de preocupación y
superada por el momento en que estamos inmersos pasaba consulta desde aquella
cafetería para una mutua privada, quizá
el saberse escuchada, quizá el sentirse pillada en renuncio no pudo por menos
de disculparse con una frase demoledora: estoy
saturada no puedo más.
Cuando en el día de hoy una de nuestras actrices más queridas ha
puesto fin a su vida después de manifestar en varias ocasiones que no podía más me ha venido al pensamiento aquella joven
doctora sobre pasada de trabajo que intentando cumplir lo mejor posible su
quehacer diario instala su consulta en cualquier mesa de mármol rodeada de
aromas de café y choque de vajillas. La precariedad en el trabajo está expulsando de nuestra
sanidad a muchos profesionales dejando plazas vacantes que nadie ocupa o lo que
es más grave que el estado descarga en los hombros de los profesionales haciendo que doblen
turno o saturando a los pacientes con visitas virtuales alejadas del
imprescindible calor humano.
SI GILA LEVANTARA LA
CABEZA SERIA MINISTRO DE SANIDAD
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