martes, 16 de agosto de 2022

AFILADOR, PARAGUERO, LAÑADOR

Así se pregonaba en cada esquina del pueblo el afilador trashumante: afilador, paragüero, lañador era su llamada pronunciada a voz en grito con intervalos de chiflo y sonaja de cacerolas, aquel hombre tanto apañaba un candil, grapaba un barreño, cinchaba una tinaja,  hacía de un paraguas un bastón o restituía una bacinilla con una simple laña remachada  luego a golpe de martillo que perfilaba  después con la piedra de molar.



Por mi casa ha pasado el afilador, el paragüero y hasta el lañador, de mi último percance he salido con tres grapas (tres lañas) en el interior del colon que según parece remachan el último desaguisado y yo que ya  tenía el corazón descangallado  con un medidor de compases con batería para evitar que desafine o se salga de la partitura, una espalda apuntalada,  una vejiga como tripa de zambomba, una dentadura con dientes de madera y una espita goterona, entiendo que ando ya por la vida como cacharro de afilador con mas remaches que sartén en campo abierto y mas hendiduras que borrico en feria de botijeros, dar con un buen lañador  no es nada fácil ya que la laña de lata de sardinas bien puesta podía durar años, no así el remache que siempre se dejaba como último recurso o solo para sujetar el asa que aguantaba el peso de la errada del pozo, el orinal o el caldero ya requemado que colgaba de las yares.

Ahora me siento como cacharro de espetera, saben que estoy pero se sobresaltan si hago ruido, te sitúan en un rincón para que no te rompas y en caso de estornudo todos acuden ya con las tiritas y el desfibrilador,  prefieren no utilizarte por miedo a quedarse con el asa en la mano y el contenido en el suelo y ya no sabes si las flores con que te adornan son encargadas o de propio invernadero. Ahora estamos con la densidad de la sangre, si hacen morcillas  ya no cuentan conmigo porque tan pronto estoy para la de arroz o para encebollada, mi sangre ha de estar suficientemente licuada pero tampoco tan espesa que pueda taponar una compuerta, total que hasta que mi ingeniero de caminos, canales y puertos de con el punto medio al cual acogerme estoy en sus manos y es que dicho sea de paso tengo sabañones en las pantorrillas y no menos de un rosario con jaculatorias incluidas en la rodilla derecha, todo ello propiciado por el sempiterno e inevitable  Sintrom que me acompaña desde hace más de veinte años.



Pero estoy optimista hoy me han mirado por dentro y tengo los riñones perfectos el hígado estupendo y una próstata intervenida pero que aún aguanta el chaperón, estoy pensando que con este diagnostico puedo ser donante, de los pulmones no tanto porque se ve que con lo del corazón quedaron un poco apergaminados pero después de lo de hoy donaré mis riñones y el hígado que como nunca bebí están en garantía, solo pongo como condición: que los traten con cariño pues es mucho lo que costó llegar hasta aquí, de todos modos que nadie se haga ilusiones porque una vez metido en los ochenta lo que venga es de regalo y ya se sabe que a bufet libre ensalada de esperanto y yo que aún tengo muchas cosas por hacer solo aspiro a tener siempre un lañador cerca para que me siga remachando o por lo menos me ponga una laña para seguir tirando.

A VIEJO SE LLEGA, DE JOVEN SE SALE

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona