Mi salto atrás quedó plasmado unos días antes en este mismo
diario : la foto de los antiguos alumnos
del colegio de los salesianos de San Benito, estos antiguos alumnos seguro que podían haber hablado de nuestra coral,
aquella que bajo la batuta de D. Ángel
Herrero nos machacaba tarde tras tarde hasta llegar a la perfección, aquella
que ensayaba en el semisótano de lo que
había sido salón de actos, aquella misma coral que una vez al año se unía al gran
orfeón de los dominicos en la misa solemne en honor de su fundador, la iglesia
abarrotada, cantada en latín, tres celebrantes y un grupo de acólitos que incensario
en mano bendecían cada rincón del templo mientras nosotros desde el coro y
rodeando sus inmensos cantorales manteníamos la atención sin pestañear en un silencio absoluto.
Quizá el propio periódico ha perdido la oportunidad de
entrevistar alguno de mis ex compañeros, quizá pero nadie pensó que tenía en la
puerta de casa un trozo de esa misma historia que ahora quiere celebrar, quizá
también fuera momento para fijar un recuerdo en el lugar del que fue santo y
seña de la educación salmantina, quizá fuera un buen momento… antes de que
caiga la última hoja de nuestro calendario.
CANTAR POR OBLIGACIÓN CREÓ
EL CATECISMO DE LA AFICIÓN
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