Hoy nos indignamos cuando en un país árabe a la mujer se le niega el derecho a ser libre, pero no hemos de olvidar que nuestras mujeres hasta no hace tanto tiempo no podían abrir una cuenta en un banco sin la firma del marido, tampoco podían viajar sin su permiso, para entrar en la iglesia era obligatorio cubrirse con un velo y las viudas mantenían luto riguroso y pañoleta cubriéndole la cabeza durante un año como mínimo so pena de ser difamadas y denigradas por la sociedad.
La violencia de género que ahora llena las páginas de
nuestros diarios y noticieros no es de ahora, la violencia existió siempre
aunque desgraciadamente en otras épocas no llegaban a ser noticia ni siquiera
tema de conversación más allá del propio terruño y en la mayoría de los casos solía
quedar impune disfrazado de accidente o si se quiere como consecuencia de una
buscada provocación. Las piedras de la España ahora vaciada podrían relatarnos
pasajes que por truculentos hoy nos parecerían poco creíbles. La historia de hoy
es la de una mujer que fue obligada incluso a dormir en la pocilga con los
cerdos.
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FILOMENA (nombre ficticio)
La recuerdo
flaca y vieja
recubierta
con mantón
escondiendo
la cabeza
mancillada y
sin honor.
Para el
pueblo era un desecho
y el solano
calumniador
llama a Felipa
raposa
y aún la
trata de pendón.
La Felipa hoy
no ha muerto
por que no
quisiere Dios
la soga en
que se ahorcado
el mal nudo,
se atascó.
El pueblo se hace mil lenguas
¡Con tres
niñitos¡¡Señor¡
Y el marido
¡Que disgusto ¡
un gran
hombre, un bonachón.
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El buen
juez tenga clemencia
la pobre no
lo pensó
fue por su mala
conciencia
¡discúlpela
por favor!!!!
El juez mantiene la calma
la escucha
con atención
luego que habló
el marido
y al final
sentencia dio:
Condeno y
bien condeno
al marido
por cabrón
dejó la horca
prendida
y al campo después
salió.
La soga por
ser muy gruesa
el
correrizo atascó
y sentencio
yo por ello
Suicidio
por inducción.
Dice la
historia que luego
la
sentencia se cumplió
la del juez
nunca se supo
¡El marido
la mato¡
J. Hernández
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