Como de costumbre las vecinas en las tardes soleadas habían sacado a la puerta de casa un par de sillas de enea, alguna tajuela y un desvencijado sillón de mimbre, cojines de cretona trataban de hacer más mullidos los asientos y solo el del sillón de la señora Julia disponía de una sobre funda de ganchillo que dejaba bien a las claras que aquel era el trono de quien presidía la reunión. Fuera del corro Elvira la más joven del grupo devanaba un ovillo de lana con la ayuda de un chiquillo que con cara de resignación intentaba sostener la madeja sin que se le desmayaran los brazos hasta que una remendada pelota impactó en la señora Criselda que en medio de cómicos aspavientos rompió la armonía del grupo simulando perseguir a los chiquillos con las agujas de tejer en ristre entre las carcajadas de la concurrencia
Concha la hija de la señora Julia deshacía un jersey que se había quedado corto por el huso, su intención era no romper la hebra hasta que el ovillo crecía en diámetro y resultaba imposible manejarlo con una sola mano, la idea era mezclarlo con otros colores hasta conseguir lana suficiente para reformar un chaquetón con manga evasé y enormes botones. La tertulia estaba animada, partos, bodas, bautizos y suspicacias llenaban aquella reunión en la que no faltaban recetas de cocina, consejos de peinados, melenas a lo Gilda o permanentes con bigudíes de plomo, solo la caída del sol ponía fin aquella tertulia que ni siquiera interrumpía la merienda de los niños (pan con chocolate) o alguna espontanea tertuliana que al paso se incorporaba y descansando los cestos de la compra en el suelo enseñaba los últimos arreglos con los que había transformado su vestido.
Todo esto me ha venido a la cabeza cuando he visto en un escaparte prendas de invierno hechas a partir de lanas recicladas, el modelo expuesto lo denominan “Camacho” en referencia al líder sindicalista cuya esposa confeccionó este tipo de jerséis para la población reclusa y su esposo siguió utilizando aún en libertad. Todo un símbolo cuando el reciclaje lo mandamos a países del tercer mundo camuflando desperdicios de fibras indestructibles como donaciones olvidando que con ello hacemos del planeta una cloaca de la que bebemos y comemos cada día
DESTEJER: ASIGNATURA OBLIGATORIA PARA VESTIR EL PLANETA
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