domingo, 24 de marzo de 2024

EL ABRAZO ES UN ABRIGO HECHO A MEDIDA

La frase no es mía se la he plagiado a una compañera del grupo de poesía, pero no he podido por menos de retomarla ya no por la simplicidad de la descripción si no por concreción del acto de abrazar. Y es que no es lo mismo abrazar a un niño, a un compañero o a una persona mayor, cada uno tiene su abrazo a medida o se lo adaptamos al momento. Abrazar a una persona mayor implica delicadeza, en el caso del niño tan solo abrazas a la  esencia, también está el abrazo del oso ese que te da el compadre de turno o la versión cepo de quien te toma como una presa y no te suelta,  el de la llave del cuatro que aumenta la presión mientras te habla , el cachas de gimnasio que te coge de espaldas  y te hunde el esternón, también cabrían en este capítulo los abrazos protocolarios que das a las personas que recuerdas con cariño, los abrazos del aroma de las amigas de tu madre que te envuelven con  el  perfume de toda la vida y los de aureola que no llegan a tocarte, o los de espejo que después de dártelo te apartan para mirarte con prospectiva.


Apartado especial merecen los abrazos ficticios, aquellos que recibes por cumplir con el protocolo, los del abrazo  de zarpa que son los que aprietan hasta hacerte chillar y terminan con la risa estridente del contrincante o  los de la felicitación obligada de quien tiene la imaginación puesta en la escena de Psicosis en la ducha, luego están los del apartado con beso, el de la abuela que te maceraba la mejilla a golpe succión o hendía la mandíbula   dejándote la carrillera adobada de saliva, también el de la tía Pepita que mas que besar parecía  pegarte un sello y aprovechaba el momento para repeinarte dejándote el flequillo como aleta de tiburón, también está el abrazo obligado el que te imponían para hacer las paces con tu hermano o un compañero de juego. El armario de los abrazos es infinito, los hay de verano sudoríferos e inevitables, también de primavera con olores envasados  y los de invierno que de tanto abrigo no sabes si abrazas a una persona o aún perchero, están también los de rubor aquellos obligados a dar a los quince años a la hija de la amiga de tu madre de tu misma edad o el de la protocolaria indecisión con la vecinita de la escalera por la que bebes los vientos.

En otro apartado dejas los de pésame donde es difícil dosificar la intensidad y el momento, pero lo más doloroso de este armario es que también hay perchas sin abrazo, son los que quedaron sin repartir por ausencia del destinatario y permanecen en la consigna de la amargura, abrazos muchas veces ensayados, muchas veces imaginados pero que se hicieron imposibles por el reloj de la vida, son los abrazos del destiempo aquellos que se echan de menos cuando dobla la calle la vida, pero ninguno tan amargo como los del resentimiento, aquellos que no quisiste dar y se quedaron apolillándose en la dársena de iniquidad.

EL BUZÓN DE LA SINRAZÓN GUARDA ABRAZOS SIN FRANQUEO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona