sábado, 29 de agosto de 2009

PANTICOSA, UN AÑO DESPUÉS (Caminando por el Pirineo)

Recordaba mi visita hace un año con indignación y la sensación de prepotencia en la destrucción del medio ambiente, arrasando el paisaje con moles de hormigón y mármol en un alarde de desmesura derroche y falta de sensibilidad que me dejaron abrumado. Un impresionante paisaje del pirineo oscense había sido arrasado en aras de la modernidad por pura especulación e intereses partidistas, llegando a convertir un magnifico paraje en la finca particular de empresas privadas, que hasta podían decidir quién podía pasar y quién no por la propia carretera general.

Nadie podía entender que aquel macro proyecto que rompía con todas las normas urbanísticas contara con el beneplácito y colaboración del gobierno de Aragón y se permitiera que en un paraje único e incomparable del pirineo se instalasen, con la excusa motriz de un gran casino, hoteles y zonas de esparcimiento para miles de personas cuando ya los accesos se mostraban insuficientes para dar servicio a los pueblos del entorno.

Ahora el edificio del gran casino revestido de mármol parece un gran panteón anclado en medio del valle, los edificios de los distintos hoteles de súper lujo parecen estar esperando imposibles limusinas y Fransinatras que no llegan y la montaña horadada y herida para crear plazas de aparcamiento deja al descubierto horribles infraestructuras de hormigón con barreras expendedoras de tiket señalando al cielo su propia inutilidad.

Lo más sorprendente es que nadie reclama nada, nadie se da por enterado del desaguisado que se ha producido, los partidos políticos tan dados a desacreditarse por otras minucias parece que aquí no encuentran elementos de censura contra nadie, la prensa tampoco tiene nada que decir y la población circundante parece tener delante una cortina que les impide ver lo que no quieren.

Lo cierto es que llegar allí es entrar en el escenario del abandono y la marcha precipitada, como si una epidemia hubiera arrasado la población sin tiempo para recoger nada; los edificios permanecen en pie sin ninguna vigilancia, los aparcamientos con las barreras instaladas parecen esperpentos cobradores del aire, los escombros se extienden por lo que debían ser jardines y las piedras de la tentación y la desgana empiezan a perforar fachadas acristaladas, los rebuscadores reciclan el utillaje que no llegó a estrenarse, y el estupor y lo sorpresa de los que llegamos hasta allí deambulando sin problemas por las instalaciones hacen mas escandalosa la urgencia de alternativas.

¿Qué pasará a partir de ahora? ¿Se dejará a la desidia y al abandono lo construido? ¿Nadie está dispuesto a responsabilizarse? ¿Por qué calla la prensa? ¿Por qué callan los partidos? ¿Qué fantasma ha sobrevolado por la zona que impide hablar a sus habitantes? ¿Tendrá que ser la Comunidad Europea la que nos llame la atención igual que pasa con la costa?

Esta vez he bajado de Panticosa con la sensación de que la montaña ha impuesto su ley, y es como si hubiera dejado que los adoradores del becerro de oro montaran su altar con su ara de soberbia y la prepotencia de su poder hasta que, agotadas sus fuerzas en balancear incensarios, la montaña con la paciencia que da la sabiduría hubiera comenzado a recuperar su espacio engullendo sin deglutir los mármoles que la impusieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene a su disposición este espacio para sus comentarios y opiniones. Sea respetuoso con los demás

Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona