lunes, 12 de octubre de 2009

DOCE DE OCTUBRE, DIA DE LAS FUERZAS ARMADAS

Dos años dedicados a hacer los recados de la mujer de un oficial; guardias en una garita; manejar un mosquetón sin haber disparado un solo tiro; aguantar a mandos provenientes de la guerra civil sin más cultura que la del reenganche; dedicar las mayoría de las horas al divino deporte de no hacer nada y por lo tanto al vicio de las cartas, el alcohol y el tabaco; tiempo para las depresiones por tener que dejar un trabajo prometedor; abandonar la cosecha en el campo para venir a servir de bulto a la hora del recuento y que los padres tuvieran que contratar jornaleros; chavales con un nivel de inteligencia muy bajo a los que se les dotaba con armamento destinado a matar y con los que tenías que convivir con el miedo a cualquier sobresalto; chulos de barrio a los que se les dotaba de mando para tenernos a todos bajo el síndrome del miedo; venganzas y chantajes por no caerle bien al portador de unos galones; servir de regocijo obligándote a hacer trabajos de limpieza constantemente etc. etc.

Luego había otra clase de mili y era la de los hijos de papá que podían permitirse el lujo de estudiar y a los que no se les podía entorpecer la vida porque estaban destinados a ocupar los puestos más relevantes de la sociedad. Ellos tenían una mili a la carta a la que dedicaban los veranos en campamentos especiales donde además de tener garantizado seguir estudiando y cobrar sueldo como oficiales o sub-oficiales, tenían mando sobre la tropa que en este caso integrábamos todos los demás. Total que por las buenas o por las malas la sociedad caciquil seguía teniendo derecho de pernada sobre ti con la advertencia además de que si no estabas de acuerdo te esperaba el calabozo, un juicio sumarísimo o un peor destino.

Luego vino la democracia, se anuló el servicio militar obligatorio, se resarció a todos los represaliados del ejercito perdedor, indemnizaron a todo bicho viviente reintegrándolo a la categoría que le hubiera correspondido estando en activo en el llamado ejercito nacional, se pagaron sueldos y emolumentos, se restituyeron derechos y pensiones, se taparon bocas de poco fundamento con dinero de todos, se exportó nuestra democracia como ejemplo de transición y armonía y cuando todo el mundo pasó por ventanilla se hizo borrón y cuenta nueva.

A mí no me cuadran estas cuentas, el ejercito debería pagarme los dos años que trabajé para ellos sin cobrar un duro, tendría que indemnizarme por no haber cotizado por mí a la seguridad social, tendrían que compensarme por los sueldos dejados de ganar por estar haciendo el Rambo, deberían de haberme dado una pensión por los traumas ocasionados al tener que aguantar tanta injusticia y sobre todo valorar lo sufrido al tener que cumplir órdenes caprichosas e incongruentes sin rechistar.

Yo sé que nada de esto será posible pero me irrita sobremanera que nadie haya dedicado una sola línea en nuestro recuerdo, que nadie haya clamado por algo tan injusto como humillar a una clase social trabajadora por el hecho de serlo, ponernos en riesgo en trabajos altamente peligrosos para los cuales no estábamos preparados, habernos destrozado proyectos de futuro para recluirnos en cuarteles insalubres y sobre todo seguir sintiéndote tan insignificante como para que nadie se acuerde de los miles de soldaditos que dejaron sus casas para “servir” en el ejercito por obligación dando la sensación de que no hemos existido. Ahora cuando todo el mundo habla de justicia social de derechos y deberes, de compensaciones legítimas y de enmendar injusticias nadie parece levantar la voz para sancionar a la empresa que nos hizo trabajar gratis sin derecho a nada.

3 comentarios:

  1. vale, ¿montamos un pollo en internet y recogemos firmas para que como mínimo nos cuenten esos años como cotizados a la seguridad social?, a más de uno le vendría bien para el cómputo de tiempo cotizado.

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  2. Lo suscribo de "pe a pa".
    Clavileño

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  3. Bueno....Joaquín.
    Sucede, que todo eso que dices, es parte de "Nuestra historia de España"; Los que nos obligaron a hacer aquellos servicios a la Patria ya están en "el más allá"...y seguramente no van a poder leer tu artículo.....ah y olvidaste mencionar que nos daban una paga (no recuerdo bién) si de cincuenta céntimos que nos decían que era para facilitarnos el comprar para la limpieza de botas y correajes...
    Se te entiende todo lo que dices y más...
    Pero ya hoy, hay que sonreir al recordarlo.
    Bueno, Joaquín, y también alguno habría de aquellos pobres asalariados con los "dos reales"
    que ya no volvieron a sus quehaceres del pueblo por que se dieron cuenta que en las capitales había otras cosas mejores que las que ellos tenían.
    En fin....historia de nuestra España, que fué.
    Un abrazo...Fede

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona