miércoles, 7 de octubre de 2009

VICTIMA DIRECTA- DAÑOS COLATERALES

La moza atiende con desparpajo los pucheros de la cocina intentando poner orden entre los hermanos pequeños que pululan a su alrededor sin ser conscientes del trabajo que implica tenerlos a todos atendidos y con la comida a su hora. No consigue que cumplan sus órdenes y a duras penas alguno se decide a poner la mesa sin demasiada convicción; ella está cansada pero lo disimula para que nadie dude de que ya es capaz de hacerse con la casa y sobre todo para que su madre no pueda decirle nada. Sus hermanos tienen bastante con estudiar y pobres de los que no lo hagan; para trabajar está ella y no permite que nadie lo ponga en duda.

Hoy es jueves, quizá encuentre un hueco para teñirse el pelo y arreglarse un poco, no quiere ni mucho menos verse descuidada, y el pelo y las uñas son su seña de identidad. Esta tarde tendrá un ratito para estar con su novio, no tienen mucho tiempo para estar juntos, tan sólo un rato a media semana y un poquito más los domingos pero con hora de regreso muy estricta, no sólo para evitar que las vecinas murmuren sino para que su madre no tenga que llamarle la atención.

La moza aun mantiene la ilusión por las uñas y el pelo, su cara tersa y mimada por la naturaleza empieza a resquebrajarse por el paso del tiempo aunque con un poco de maquillaje luce todavía en un resurgir otoñal, delante del espejo viaja a su interior por unos momentos y recuerda las alabanzas de sus conocidos sobre su destreza y buena disposición para la casa, y como en el acarreo del agua los cantaros al cuadril le dejaban las caderas resentidas. También recuerda el servicio social obligatorio auspiciado por la Falange de Pilar Primo de Rivera, donde se les enseñaba que la mujer había nacido para atender la casa, cuidar al marido y criar hijos, donde lo importante era saber coser y bordar.

La sociedad le imponía la obligación de casarse y formar su propia familia con el novio de toda la vida a pesar de no saber muy bien si le convenía o compartían los mismos puntos de vista, y tampoco había oportunidad de conocer a ningún otro, pero en aquellos tiempos sólo se le pedía que fuera honrado y trabajador.

Ahora desde ese otoño de brisas cambiantes echa de menos no haber preparado su futuro sin depender de nadie, desprecia los halagos a sus condiciones de ama de casa que no fueron mas que coacciones para lastrarla en sus aspiraciones personales, lamenta que le tocara vivir bajo un régimen machista que trataba a la mujer como ciudadano de segunda haciéndola depender siempre de su padre o marido para moverse, lamenta en definitiva no haber podido escoger su futuro libremente sin tener que seguir las vías tendidas sin posibles paradas intermedias.

El papel de la mujer servil de la posguerra se ha mantenido siempre en un olvido oficial que las telarañas del tiempo han hecho desaparecer, nuestras hermanas, entonces jóvenes y fuertes son ahora esposas y abuelas que educadas para servir siguen ejerciendo el papel tatuado en sus genes.

Sus hermanos en los que ellas se veían proyectadas han seguido su camino, acomodando sus nidos con mas facilidad menos sobresaltos y pasión por el trabajo remunerado, y la moza de nuestra historia que nunca trabajó (oficialmente) se encuentra ahora sentada a la espera de un autobús que ya no pasará por su puerta y del que lamenta no haber sacado billete de vuelta.

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona