lunes, 5 de octubre de 2009

Su capa, su abrazo

Dentro de unos días es Santa Teresa, el día en que lo dejo todo para acudir a misa con capa castellana confeccionada en Béjar. No puedo ocultar que no es una prenda cómoda y si ustedes quieren tampoco práctica para los tiempos que corren, sus becas de terciopelo rojo contrastan con el azul oscuro del género bejarano, los botones charros que penden del cuello marcan la impronta de su procedencia y ante la mirada entre curiosa y escéptica de los transeúntes con los que me cruzo en el camino trato de imprimir normalidad con gestos de absoluta confianza en el manejo a la hora de embozarme tratando de que el rojo terciopelo me quede bajo la barbilla rodeando el cuello.

Reconozco que mi capa está rozada y un poco oscurecida, que las zonas aterciopeladas necesitarían un buen repaso y hasta, si ustedes quieren, queda un poco corta para mi estatura. Supongo que esto es lo que aprecian quienes me conocen y los que me cruzo en el camino, pero yo, la verdad, es que no llevo la capa como tal, ni tampoco me considero personaje de literatura, ni quiero mantener con ella una postura reivindicativa de castellano tradicional.

Quiero que la capa continúe así sin que nadie la retoque, ni que pise una tintorería y sobre todo que no intenten arrancarle el sudor y el olor que lleva impregnado en su tejido. Ponerme la capa en el día de la patrona es mi homenaje al que fue su dueño, no me vale otro aniversario ni otra conmemoración, ése es su día y ésta es su prenda y cuando el terciopelo me envuelve el cuello siento su abrazo a mi alrededor. Más de una vez embozada la boca alguien dice escuchar a un chalado de Salamanca hablar solo por las calles de Barcelona.

La capa es una prenda muy poco vista en Barcelona, mis hijos no entendían muy bien mi interés en pasearla y hasta en algún momento pudieron pensar que estaba pasando la raya de mi interés por las tradiciones, pero ahora saben que el día de Santa Teresa es el día del hasta ahora abuelo Paco y a partir de hace unos años del “bisabuelo”, cosa que me llena de orgullo y no poca satisfacción.

En Barcelona celebramos el día de Santa Teresa con procesión, misa cantada por nuestra coral y ofrenda en la que el grupo de baile ataviado con sus mejores galas danza en honor de la Santa delante del altar. Cada año acuden más devotos y la Iglesia de San Andrés empieza a resultar insuficiente a pesar de su capacidad. Yo no puedo menos de volar con la imaginación hasta Alba de Tormes donde mis padres acudían felices casi siempre con otros amigos para homenajear a su protectora.

1 comentario:

  1. Leyendo el escrito de tu capa "charra",yo también veo "al su dueño", ya hace años, pasear embozado por las calles de Salamanca, tal vez sí, reivindicando con orgullo ser de "La Tierra".
    Tus palabras sobre tu tesoro, me recuerdan aquellos versos del poeta de Frades de la Sierra...nuestro paisano:
    Lleváisoslo todu,
    todu,menos eso,
    que esas mantas tienin
    suol de su cuerpo...
    ¡y me güelin, me güelin a ella
    ca ves que las güelo.
    Joaquín.....un abrazo
    Fede

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona