jueves, 29 de marzo de 2012

Esta Salamanca mía


Entra la noche en la plaza mayor de Salamanca  cuando alguien lanza sobre ella una diademas de brillantes y saltarinas perlas que fugaces y juguetonas desaparecen derrochadoras por la boca de las  alcantarillas, el frescor de la tarde trae olores de rosa,  jazmín y hierbabuena que los geométricos jardines parecen querer liberar de la reja que los aprisiona, las terrazas ahora ya vacías son recogidas por los malabaristas del lito y  la bandeja que a mandil terciado increpan con zumbona machaconería  al rey del manguerazo mientras emplean los manteles para torear las envestidas del bravo toro de la imaginación.

Los paseantes bajo los soportales caminan despacio sin querer despedirse tomando la conversación como excusa para seguir cuadriculándola hasta que el último escaparate baja su persiana y el  Novelty oscureciendo sus salones hace salir a los últimos contertulios dando así por terminada la jornada.

 Nuestros dos amigos desgranan sin prisa las sensaciones diarias y el devenir de las últimas noticias llegadas de la villa y corte, en breve piensan visitar las Arribes y los pueblos de la comarca, el uno para inaugurar las nuevas escuelas auspiciadas por la Caja Social el otro para recopilar y anotar cancioneros y costumbres populares  charlar con los lugareños y recoger algunos giros del idioma que aún conservan  en esa zona.

La despedida la hacen como siempre a la sombra del convento de las Agustinas y el palacio de Monterrey punto cercano al lugar donde viven enmarcados siempre  por los centenarios negrillos  que compiten en majestuosidad con la piedra de Villamayor.

Uno y otro se dejaron dormir  esperando que un nuevo amanecer les trajera aparejada la satisfacción de haber conseguido para la clase obrera los privilegios por los que tanto lucharon y que tan caro tuvieron que pagar.

Dicen que cuando los piquetes informativos de la huelga general pasaron por delante del monumento a D. Miguel una de sus pajaritas de papel voló de su bolsillo, supieron después que había volado hasta la glorieta donde se aposentaba el doctor Villalobos con un único mensaje: Amigo Fili como ves no conseguimos cambiar el rumbo de la historia de España al final, el obrero sigue pagando los pecados del patrón.


SI EL PATRON TE CAMBIA EL PICO NO ES PARA QUE TRABAJES MEJOR ES PARA QUE LO HAGAS MAS RICO

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona