lunes, 16 de abril de 2012

POR LAS TIERRAS DEL CID



El frio de la meseta nos ataca cargado de agua, la estación enorme y fría sigue esperando la llegada del Ave, su gran caparazón espera realquilados que alejen los fantasmas de sus estancias ahora vacías, la poquísima  actividad aumenta lo desproporcionado de sus instalaciones y una vez traspasado el enorme vestíbulo un páramo situado en medio de la nada nos acoge dejándonos  ver un larguísimo rosario de farolas que nos llevarán hasta el centro de la capital, de camino pasamos delante del hospital que por sus dimensiones compite en desproporción con sobrada holgura de la estación dejada a nuestras espaldas, la cuna del Cid puede dormir tranquila con la confianza de que el sistema sanitario de que dispone podría albergar no solo a los heridos de sus mesnadas sino a todos los sarracenos a los que sus espadones cercenaran en sus constantes ajetreos.

El Burgos capitalino nos sorprende siempre por su forma alargada encajonando al rio con la cinta verde de su riera y la diadema del paseo del Espolón de cuyas  fachadas sobresalen las torres de la catedral emergiendo inhiestas como banderillas en el lomo de los tejados, el Cid sigue atando las dos orillas del Arlanzón desde su cabalgadura al tiempo que vigila la historia de la evolución humana enmarcada en los inmensos cubos de cristal que el yacimiento de Atapuerca nos acerca hasta la capital, un calor de sobremesa nos espera junto al Monasterio de  las Huelgas y allí llegamos cuando nuestro cuanta quilómetros nos dice que llevamos más de diez kilómetros de andadura  sin haber salido del casco urbano.

Visitar una capital de provincia y querer conocerla pasa por dar una vuelta por sus mercados municipales, ver lo que se guisa en casa del ciudadano de a pie y comparar precios y calidades con nuestra capital de residencia,  en principio los precios no nos sorprenden salvo los de los productos de elaboración local y muchas veces artesana que por serlo son únicos y fácilmente identificables, charlamos con industriales autóctonos que manifiestan su necesidad de llegar a consumidores de otras provincias compitiendo por calidad con los hipermercados de multinacionales y grandes superficies y allí me tienen ustedes intentando hacer patria ofreciéndome como puente entre sus obradores y mis contactos en Barcelona con el sólo estimulo de impulsar el crecimiento económico de nuestra autonomía en la medida que mis fuerzas.

Abandono Burgos con la idea de que no es una ciudad barata, tampoco cómoda por la disposición de sus casco urbano y me da la sensación de que los servicios básicos y su mantenimiento resultan gravosos de mantener debido a la enorme dispersión de sus edificaciones que limitadas en altura se extienden a lo largo del rio Arlanzón en una infinita serpentina, el mercado tradicional está desapareciendo y las mismas multinacionales y redes de supermercados que se asentaron hace tiempo en las principales ciudades del país  colonizan el casco urbano y áreas de expansión en detrimento del comercio autóctono sin que nadie sea capaz de ponerle freno.

Mientras tanto el Rey se nos rompe cazando elefantes, España se pone en estado de alerta como si Repsol fuera de cada uno de nosotros,  la evasión de capitales españoles en paraísos fiscales crecen como la espuma y la lista del paro diezma  la población como una epidemia pero eso si nuestros políticos nos dicen que: tranquilos que esto se arregla. 


A ESTE PASO EL LECHAZO DE BURGOS LLEGARA A TENER LOS OJOS RASGADOS

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona