El calendario tiene números, fechas, santorales y domingos en
rojo, nada de esto tiene importancia cuando una vez jubilado tus días son todos
iguales, tus compañeros de trabajo siguen con su faena y tú metido en esa bolsa
que se llama tiempo libre tratas por todos los medios de salpimentarla con actividades que te permitan estar útil y
además disfrutar de ello. Todo esto lo paralizó la maldita pandemia todo y por
un tiempo cada vez más largo y tedioso, las mascarillas borraron sonrisas a los
saludos, el pelo fue caneándose sin remedio y las espaldas se curvaron bajo el
peso de la incertidumbre mientras el calendario indolente sigue marcado fechas
con rutina espartana sin respetar primaveras ni veranos y deja congeladas
fechas y efemérides familiares que nunca podrás recuperar. El paréntesis no es igual
en todas las edades, un parón a los veinte no es lo mismo que a los setenta, descongelar
las ilusiones requiere tiempo y paciencia, despertar de este letargo no será
nada fácil si además requiere recomponer los círculos de actividad que quedaron
suspendidos en el tiempo.
Este maldito virus nos ha hecho valorar lo que teníamos,
pensar que la situación anterior no tendría retroceso nos hizo engreídos, nos apuntarnos
con naturalidad a una situación privilegiada que nos impidió valorar que estar
activos sin más límites que nuestro propio esfuerzo y tener la potestad de
escoger hacia dónde dirigir nuestras preferencias nos situaba en la cualidad de
independientes. Ahora todo es distinto, añorar no es un verbo que nos favorezca
pero cuando la añoranza es el asidero de la ilusión debemos fortalecerla. Las
vacunas están sellando ese pasaporte que nos da paso al cuarto de los bártulos
adormecidos, comenzar a desempolvarlos con ilusión tiene que formar ya parte de
esa reentrada en el devenir diario que se nos había ninguneado e intentar
recuperar la sonrisa sin gomas ni atalajes debe ser nuestro próximo objetivo,
porque los jubilados tenemos tiempo lo que no tenemos es calendario y eso en
este tramo de la vida solo se conjuga en presente.
EL TIEMPO ES NUESTRO, SOLO EL PAISAJE
ES PRESTADO
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