lunes, 10 de mayo de 2021

LA FREGENEDA, CAMINO DE HIERRO, RUTA DEL CAFÉ

 


Leo en la prensa la expectación que está despertando la apertura al público de la antigua vía del ferrocarril  que unía  La Fregeneda con Barca d´Alba ahora como corredor verde, son 17 km. de puentes prendidos en los acantilados  entre túneles,  farallones e impresionantes desfiladeros hasta llegar a tierras portuguesas. Ha pasado mucho tiempo demasiado tiempo diría yo pero aún recuerdo mi paso por aquellos parajes, de cómo Avelino y “la Patro” sobrevivían atendiendo  una cantina en miniatura  a expensas del único tren que transitaba por aquellas vías, o como un puesto permanente de la Guardia Civil se ocupaba lo mejor que podía de atajar el trapicheo de café que viajaba entre briquetas de carbón, cajas de herramientas y los falsos dobles tabiques de madera con que contaban aquellos vagones de tren de juguete, quiero pensar que la historia tampoco recogerá que Angelita se llamaba la última matrona destinada en aquella estación o las andanzas del teniente coronel de estado mayor y sus hijos que venían cada verano desde Madrid y lo pasaban semi-asilvestrados en una casita perdida en aquellos parajes con faisanes en una corrala, botas atadas con alambres, camisas de talla universal  y estampa de robinsones impropia de su escala militar.

 Aquella estación estaba perfumada por enormes y majestuosos eucaliptos que en la anochecida daban cobijo a incontables bandadas de estorninos  que al acercarse nublaban la vista del sol en una fantástica danza acrobática, todo estupendo si no fuera que después dejaban como pago de su pensión una manta de excrementos a todo lo largo del recorrido incluido el material que tenía asignado la brigada de Renfe que se encargaba de mantener las vías en servicio, la misma brigada que manejaba  una vagoneta impulsada a brazo y con freno de palanca para bajar hasta el vecino pueblo portugués y que al paso por los desfiladeros parecía comerse el vértigo despertando al novato una nerviosa risa tonta que acababa  con el estomago en reverencia.

El trapicheo de café a través de la estación de Fregeneda era de baja cota, lo justo para ayudar a familias con sueldos insuficientes a sobrevivir con cierta holgura o aspirar como mucho a tener piso propio, no era difícil conocer las andanzas por los bares y cafeterías  de salamanca de los trajineros del café “La Guapa” y marca “El Clavel” aunque este menos apreciado por demasiado torrefactado y de cómo conferían secreto de confesión a su ofrecimiento mercantil so pena de cárcel o multa gubernativa que nadie creía pues el propio producto expandía un aroma imposible de camuflar. Cada cafetero ambulante tenía clientes fijos y semanalmente  aparecían con su tesoro oculto en cestas de mimbre, los precios no solían oscilar  de una semana a otra aunque se permitía un cierto regateo según la cantidad a consumir hasta que el exceso de mercancía rompió el mercado y en la frontera se estableció un control más exhaustivo que hizo languidecer el trapicheo durante una larga temporada.




Salamanca abre por fin la puerta a la comarca del Abadengo, la lucha ha durado años, la iniciativa privada siempre ha estado por delante de la oficial en una lucha constante contra una burocracia que más parecía mirar hacia Madrid que a sus propios intereses. La comarca del Abadengo con esta apertura queda incluida como visita obligada para aquellos que quieran conocer en profundidad los tesoros de una Castilla olvidada pero que ahora emerge con fuerza y necesidad de promocionarse.

 

 EL ABADENGO ADORNÓ CON HORQUILLAS SUS MONTAÑAS

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Este soy yo

Hace ya muchos años que las circunstancias me hicieron dejar Salamanca por motivos profesionales, instalándome en Barcelona. Añoro mis raíces y cuando vuelvo pueden encontrarme paseando solitario a primera hora de la mañana por las calles que tanta cultura han acogido. Salamanca sigue presente en mí.
Siempre he sentido la necesidad de comunicar mis sentimientos, por si lo que a mí me parece interesante a alguien le pareciera útil.
Joaquín Hernández
Salamanca/Barcelona