Cuando alguien pone en el escaparate de la actualidad el catalogo del armamento mundial, cuando las maquinas de matar abren telediarios y el mundo se acongoja todo lo demás pasa a segundo plano, las listas del paro, crisis y pandemias quedan desdibujadas al pensar que la tierra se ha hecho pequeña para los grandes y que nosotros probos e insignificantes ciudadanos somos meros peones en un tablero de guerra. De Ucrania no sabíamos mucho, ahora sabemos que en sus entrañas tiene titanio, grafito, aluminio, níquel y grafito, que es además el granero de Europa y que sin su grano los europeos podemos empezar a pensar en la cartilla del racionamiento o como poco a no ver barras de pan enteras en los contenedores de basura y aquí amigos aunque no queramos tenemos que admitir que otra guerra ha empezado también entre nosotros.
Ahora pienso en nuestros productores de materias primas,
pienso en los ganaderos, en los agricultores en todos aquellos que no podían
competir por precios con los productos de importación y que en algún momento
habían puesto sus tractores a taponar ciudades
manifestando su protesta por el bajo
precio pagado por sus cosechas o el imposible mantenimiento de sus
instalaciones ganaderas al tener que competir con estas importaciones. ¿Qué
pasará con nuestros productores? ¿Será esta locura de Putin la llave de un
nuevo ciclo? ¿Volveremos a cultivar tierras hasta ahora en barbecho? ¿Serán nuestros
agricultores una vez más los que nos saquen las castañas de fuego?
La energía del futuro era la nuclear, ahora parece que el
monstruo alimentado dentro de su jaula una vez fuera de ella se vuelve contra
nosotros, lo nuclear siempre tendrá
connotaciones de muerte y tragedia, querer comer el caramelo sin quitar el
papel es tarea cuando menos complicada pero cuando el envoltorio se hace trizas
intencionadamente hemos de admitir que la locura no está contemplada en su
libro de instrucciones pero si sus consecuencias. El progreso no puede ser
nunca un péndulo volteando por encima de nuestras cabezas, atrapar energía
nuclear en un puño nos obliga a no poder
abrir la mano, pero si además esta mano es biónica tendremos que admitir que
nada es controlable hasta el extremo de
ser infalible.
¡Ayudemos a Ucrania! Es el grito que ha calado en toda
Europa, pero: ¿Es verdad que lo hacemos por Ucrania? ¿No es más cierto que lo queremos es que
Putin se entretenga en ese país el máximo de tiempo posible y eso socave su
idea de anexionarse otros pueblos limítrofes?
¿No estaremos siendo el tablero de ajedrez donde Joe Biden y su gente analiza
a nuestra costa posibles jugadas? ¿Si el dinero de las armas es tan sucio
porqué hasta hace bien poco implorásemos con las manos hacia el cielo sus inversiones
en nuestras costas? Que los megayates de
traficantes de armas reconocidos atracaran
en nuestros puertos con gran regocijo de los naturales del lugar y además les
facilitáramos toda suerte de permisos de residencia sin más aval que su propio
dinero es que somos cómplices de sus andanzas e hipócritas por sumisión, que
ahora queramos renegar de ellos es pura cobardía.
LOS CAMIONES DE AYUDA
EUROPEA SON LOS PARAPETOS DEL MIEDO
J.
Hernández
Genial
ResponderEliminarGracias, est guerra maldita debe hacernos pensar.
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